La manzana ha sido llamada con razón "la reina de las frutas". Son numerosas las propiedades saludables que reúne esta fruta, tan apetecida por su grato sabor, su frescura y su agradable aroma. Comer manzanas diariamente es una saludable costumbre. Hay un antiguo refrán popular que dice: "No hay cosa más saludable que comer, por la mañana, en ayunas, una manzana".
La manzana es indispensable para una buena salud. Tiene numerosas virtudes, algunas de las cuales son las siguientes: neutraliza la acidez estomacal; limpia, purifica y desinflama el hígado; depura la sangre; regenera las células en general; normaliza las glándulas de secreción interna y externa; nutre el cerebro y los nervios, etc.
Digestibilidad
Las manzanas de pulpa tierna se digieren en una hora y media.
Las manzanas de pulpa dura y fibrosa son indigestas, retardan la digestión y sientan mal a todos los que tienen dificultades para la digestión (dispépticos).
Cuando no se toleran otros alimentos, la manzana (rallada finamente, en forma de jugo o puré de manzana) es el alimento mejor aceptado por el estómago y los intestinos, y además contribuye a desinflamar el aparato digestivo; de esta manera nutre y normaliza las funciones alteradas.
Cómo conviene comer esta fruta?
En general, todas las frutas deben comerse sin piel y sin semillas. La cáscara de la manzana contiene fibras celulósicas muy duras, indigeribles, que fermentan en exceso en los intestinos produciendo molestos gases, más aún si no ha sido bien masticada. Las vitaminas se concentran debajo de la piel, por lo tanto conviene pelarla en película muy fina. Las vitaminas que se pierden con la cáscara son muy pocas; además, se evita la posibilidad de ingerir restos de insecticidas. Lo más aconsejable es lavar las manzanas, secarlas con un repasador y antes de consumirlas, quitarles la piel y las semillas.
Como todas las frutas, la manzana debe consumirse madura, en la estación correspondiente. Las manzanas conservadas durante mucho tiempo, pierden en parte su valor nutritivo.
La manzana verde (no madura) o pasada, fermenta en exceso en los intestinos, los irrita y puede provocar diarreas; si esto ocurre, desnutre en lugar de nutrir.
Las personas con problemas digestivos, con dentadura deficiente, los enfermos y ancianos, la toleran mejor rallada finamente o cocida (hervida o al horno), siendo imprescindible una buena masticación e insalivación de cada bocado de manzana para asegurar una buena digestión.
La manzana cocida, en mermeladas a la miel o desecada, contiene apreciables valores nutritivos.
¿La manzana, estriñe?
La pulpa rallada (rica en pectina y tanino) de manzanas maduras, sin piel ni semillas, ha demostrado su eficacia en los casos de diarrea. La interpretación equivocada de este efecto de la manzana ha dado lugar a la creencia, bastante divulgada por cierto, de que su consumo puede ocasionar estreñimiento; al contrario, como ya hemos dicho, la manzana es ligeramente laxante en los estreñidos y detiene las evacuaciones excesivas de los diarreicos, es decir, normaliza el movimiento intestinal.
Veamos cómo la manzana regula el funcionamiento de los intestinos: en las diarreas y disenterías es calmante por su contenido en tanino; éste forma una capa que protege al intestino contra las irritaciones. Su pectina (parte gelatinosa de la manzana), absorbe productos tóxicos y confiere solidez. al contenido intestinal y es hemostática (cohibe las hemorragias internas). En el estreñimiento, la manzana favorece las evacuaciones por la acción de la celulosa y de los ácidos que contiene, que estimulan el movimiento intestinal.
Como complemento de la dieta vegetariana alcalinizante que aconsejamos en nuestras obras, resulta útil en la prevención y el tratamiento de la arteriosclerosis: al corregirse el estreñimiento, con cada evacuación se va eliminando el exceso de colesterol y los lípidos peligrosos para las arterias.
Fuente: Dr. en Naturopatia Victor A. Bianco - U.B.A - Argentina
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